martes, 4 de noviembre de 2008

Has venido

Has venido.
Sí, no me preguntes por qué, porque ni yo lo sé.
Quizás es porque tenías ganas de verme.
No quiero empezar mal.
Entonces ¿quieres empezar bien?
Tampoco he dicho que quiera empezar bien, simplemente no me preguntes qué hago aquí.
Te lo respondo yo: tienes ganas de verme.

Si las tuviera, te lo hubiera dicho, ¿no crees?
No sé, creo que no te conozco.
Entonces ¿por qué has venido tú?
Para eso, para conocerte.
Ni siquiera yo me conozco. Fíjate: no sé qué hago aquí.
Te lo he dicho: tenías ganas de verme.
Y yo te lo he dicho: no tientes a la suerte.
Está bien; el hecho es que has venido.
Sí, pero creo que me voy a ir.
Pero ¡si acabas de llegar!
Pero no sé que hago aquí, no sé por qué he venido y no entiendo por qué no lo entiendes.
¡No entiendo nada!
Es lo que te he dicho.
¿El qué?
Que no me entiendes.
No, no te conozco.
Quizás si me conocieras me entenderías.
Si te conociera y si te entendiera seguramente tendrías ganas de verme.
Si me conocieras y me entendieras, y al mismo tiempo si te conociera y te entendiera.
Todo es empezar.
Todo es acabar.

No hay comentarios: